Ninguna carrera contra el tiempo. Ni contra los reflejos que siguen intactos. Los recuerdos del arco nunca se borran y las sensaciones, sumadas a las de la vuelta, estuvieron siempre ahí, guardadas en los mismos guantes que ahora desempolvó.
Matías Andrade volvió al arco y a sentir la emoción de competir oficialmente. El ahora arquero de Ferrocarril del Estado habló sobre su regreso, los dolores del entrenamiento y el apoyo de los amigos que lo convencieron de retomar el fútbol. “Creo que fueron seis años sin jugar. Siento algunos dolores, algo que era obvio que iba a pasar. Contento por volver a sentir un poquito de lo que era jugar a la pelota”, contó Andrade, quien fue figura en el último partido de su equipo ante Nueva Generación.
“Costó volver a empezar a entrenar y agarrar ritmo de partido. Todavía falta, pero de a poco uno se va soltando. Ojalá pueda encontrar un buen rendimiento para ayudar al equipo”. Luego de entrenar en Saavedra, prevaleció la amistad con Jorge Gaitán para desembarcar en la “Maquinita” de Km. 5. “Coco es un amigo que me dio el fútbol. Jugamos desde chicos en la CAI, hicimos inferiores, y siempre me tiraba buena onda para que vuelva. De un momento para otro, sin darme cuenta, ya estaba jugando para Ferro”, recordó. “Saavedra tenía arqueros con mucha continuidad, con ritmo, y me iba a costar por lo menos pelear un puesto. Pero bueno, lo intenté igual”, dijo sobre su breve paso por el Parque.
“Estuve bastante tiempo parado –dijo Andrade- más que nada por un tema laboral. Estuve trabajando en el petróleo y, por temas horarios, no podía entrenar. Nunca me gustó jugar sin estar entrenado, entonces decidí dejar. La última pretemporada que pude hacer fue con Huracán en el 2018”.
Atajando en Ferro y con 32 años busca recuperar el nivel físico y futbolístico que alcanzó jugando en CAI y Huracán. “Falta bastante, trato de recuperarme en lo físico, en el peso y en la elasticidad. Igual Ferro tiene un entrenador de arqueros, Tito Alvarengo que hace un excelente trabajo. Vamos de a poco, porque vengo arrastrando una lesión en el cuádriceps”.
“Llevo tres o cuatro semanas en el club, me perdí la primera fecha porque recién llegaba. Me sorprendió el nivel de juego, los chicos intentan jugar siempre por abajo, tratan de jugar al fútbol. Y todos tienen un objetivo claro: pelear el ascenso”. Matías, el papá de Iker Valentinno, aporta voz de mando, experiencia y una base de juego al viejo estilo. “Hoy estoy feliz de volver a disfrutar del fútbol. Cuesta, pero vale la pena”.
Fotos gentileza Fotomix CR.
