CONTRADICCIONES EN LA DECLARACIÓN DE LOS BARRAS COMPLICAN A DI ZEO

El caso se remonta a la previa de la semifinal de la Copa de la Liga, cuando La Doce viajaba a Córdoba a ver el partido de Boca contra Estudiantes, y en uno de los micros de la caravana, en el que Di Zeo fue identificado como pasajero, se encontraron cuatro armas aptas para el disparo

Redacción Mamba Sport

julio 2, 2024

La fiscal Patricia Baulies no salía de su asombro. Entonces les preguntó una y otra vez a los barras de Boca si estaban seguros de qué arma de fuego decían ser los dueños. Y ellos, cada uno por su cuenta, dijeron que sí y repitieron el mismo calibre: 22. Raro, porque sólo había un revólver de ese estilo. Ahí nomás dio por cerrada las indagatorias, hizo un gesto de incredulidad y decidió terminar con la investigación en la causa que alejó otra vez de las canchas a Rafael Di Zeo para ponerse a trabajar en la elevación a juicio que saldría antes de que empiece la feria judicial. Y por la comedia de enredos que se vivió en los Tribunales de Río Segundo, no parece que el jefe de la barra brava de Boca vaya a zafar de ser considerado por la funcionaria como uno de los partícipes del delito de tenencia ilegal de arma de fuego compartida, que tiene pena de hasta seis años de prisión. Y todo porque dos barras no se pusieron de acuerdo en qué arma iban a decir que era de su propiedad. Insólito.

El caso se remonta a la previa de la semifinal de la Copa de la Liga del 30 de abril pasado, cuando La Doce viajaba a la provincia mediterránea a ver el partido de Boca contra Estudiantes, y en una requisa en la ruta, en uno de los micros de la caravana, se encontraron cuatro armas aptas para el disparo, dos con numeración limada y una con el logo de la Policía Federal Argentina, más 58 municiones. En ese micro, según declararon en la fiscalía un oficial de Gendarmería y otro de la Policía cordobesa, viajaba Rafael Di Zeo, quien no logró ser demorado con el resto de los 57 ocupantes y regresó en una camioneta a Buenos Aires. Este dato es clave para la estrategia de Di Zeo y también lo era que los barras declararan bien. Pero esto último tuvo un traspié.

Por entonces se les puso a todos derecho de admisión para ese partido y pocos días después la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, extendió la prohibición por tiempo indeterminado para toda competencia nacional e internacional. Pero Di Zeo aspiraba a que en este receso su situación se modificara.

Por eso se presentó a declarar el 14 de mayo pasado negando haber cometido algún ilícito y negandose a contestar preguntas. Su abogado declaró que  “mi defendido no viajaba en ese micro, no hay ninguna cámara que muestre eso. Además, el delito que le imputan no existe, la fiscal tendrá que dar con los dueños de las armas y juzgarlos a ellos”.

Para esto era clave lo que declararan el resto de los barras imputados. Y eso sucedió entre el lunes y el jueves de la semana pasada. De los 56 acusados, 52 decidieron no declarar. Pero hubo cuatro que sí lo hicieron. Como las armas también eran cuatro, caía de maduro que la estrategia era que éstos se hicieran cargo del hecho para liberar de culpa y cargo al resto.

El problema fue que dos de los que sí declararon dijeron ser los dueños de la misma Bersa .22, la única de ese tipo secuestrada en este caso.

Al no poderse determinar quién poseía cada arma, la fiscalía elevará a juicio a los 58 imputados, incluyendo al popular Rafa, por tenencia ilegal compartida de arma de fuego con motivo de espectáculo deportivo, que tiene pena de hasta seis años de prisión.