Hace cinco años, en el mismo escenario, Charles Leclerc sumó una de sus victorias más especiales. Hay muchos contextos en los que se puede ganar, como una carrera local, una en un circuito emblemático o una que otorgue un título -estas todavía no las conoce-, pero no hay nada como lograrlo en Monza arriba de una Ferrari. Por segunda vez en su carrera, y sin contar con el auto más rápido de la grilla, el monegasco se dio el gusto de hacer delirar a los tifosi. Como dicta la historia, en Italia manda el Cavallino.

«Es una sensación increíble. La primera vez se sintió así, y no sabía que la segunda -si es que iba a haber alguna- se iba a sentir igual. Es realmente especial. Los tifosi son increíbles, mamma mia. Muchas gracias y forza Ferrari«, fue la palabra del piloto de 26 años. Al frente suyo, donde un rato antes habían pasado autos a 370 kilómetros por hora, hubo alrededor de diez mil personas vestidas de rojo haciendo flamear una bandera gigante. La Scuderia ganó y su pueblo festejó al ritmo de Il Canto degli Italiani, pero antes se corrió.