Es cierto que como dice el refrán las comparaciones son odiosas. Cada deporte es especial y tiene a su figura destacada. El termómetro en Argentina, un país netamente futbolero, lo pone la gente. Por eso, cuando el país se para con la intención de mirar un partido que no tiene que ver con el fútbol o para observar a un referente de un deporte que se destaca por su talento y carisma, significa que algo importante está ocurriendo. Pasó con Manu. Y por eso es, para muchos, el más grande todos.
El 28 de marzo de 2019 recibió lo que se merecía: tras su retiro oficial (el 27 de agosto de 2018) fue homenajeado en el encuentro que los Spurs jugaron en el AT&T ante Cleveland, donde se retiró la casaca número 20 que vistió en su exitosa carrera en San Antonio.
Nadie podrá volver a usar esa camiseta. Y seguramente será difícil que alguien pueda entrar en el corazón de la gente como lo hizo el bahiense.
Ginóbili jugó en los Spurs 1057 partidos de temporada regular y 218 en series de playoff. Anotó 14043 puntos en su carrera, consiguió 3698 rebotes, 3999 asistencias, 1391 recuperos y 318 tapas. Y ganó cuatro anillos de la NBA. Impresionante.
Semejantes números hicieron que Manu lograra que el básquet se metiera bien adentro en el corazón de los argentinos. La pelota naranja se empezó a ver más seguido en TV. Los que no lo seguían empezaron a mirar sus partidos, y cada conquista en la NBA, cada título, era festejado como propio. Algo que sólo los elegidos logran.
Pero como todo grande, tenía que escribir una página especial en la Selección Argentina. Los logros en los Spurs eran celebrados en el país, claro, sin embargo se esperaba que un jugador de sus condiciones también marcara la diferencia con el equipo nacional.
Y lo hizo, por supuesto. Sin dudas, el logro más grande y el más reconocido de su carrera fue la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, donde fue elegido como MVP (mejor jugador del torneo). Dos años antes, en el Mundial de 2002, el conjunto nacional había sido subcampeón, ante Yugoslavia, con un Ginóbili lesionado en un tobillo que apenas pudo jugar unos minutos en la final.
Pero antes, en primera ronda de esa Copa del Mundo, se había logrado un hecho histórico: Argentina derrotó a Estados Unidos, el gigante de este deporte, y se convirtió en la primera Selección en vencer a un equipo integrado por jugadores de la NBA. El Dream Team llevaba un invicto de 10 años.
En los Juegos de Atenas, dos años después, se repetiría ese hito. Triunfo en semifinales ante los Galácticos (29 puntos de Manu) y medalla de oro ante Italia.
¿Cómo jugaba Ginóbili? Básicamente, hacía todo bien. Tenía un gran manejo del balón, habilidad, capacidad para definir cerca del aro y una enorme visión del juego. Con el paso del tiempo, la falta de velocidad que dejan los años le permitió ser todavía más cerebral, mejorando su tiro de tres y siendo muchas veces el elegido para definir los partidos, entrando al campo en el momento más caliente.
El homenaje en San Antonio contó con la presencia de integrantes de la Generación Dorada, como Juan Ignacio Sánchez, Fabricio Oberto, Luis Scola, Gabriel Fernández, Pablo Prigioni, Alejandro Montecchia y Andrés Nocioni, quienes compartieron grandes momentos con Manu.
Tampoco faltaron compañeros de los Spurs, como Tim Duncan y Tony Parker, además de Gregg Popovich, el entrenador de esa época gloriosa, quien aseguró: “Fue uno de los mejores jugadores que vi en mi vida”.
Sin dudas, por su humildad y su talento, por su carisma, y por lo que representó para el deporte nacional, Manu marcó un antes y un después en la historia del básquet. Y eso lo convierte en un grande de verdad.