Mas allá de las virtudes de los jugadores y de la simulación de competencia (para lo que son los entrenamientos), lo que generalmente se busca en todos los deportes es sorprender al rival. El engańo bien entendido. Este Gimnasia por ahora no engaña a sus oponentes. No los confunde. Apela a un fórmula que si sale, hace olvidar las demás falencias. El lanzamiento de posiciones lejanas. El tiro mas difícil que existe. Mientras mas lejos del cesto rival se intenta convertir es mas complicado anotar. Cuando no entran los lanzamientos lejanos, no existe la alternativa. Eso volvió a suceder ante Independiente.
Es imposible jugar sin base y sin un centro dominante. Hoy el equipo comodorense no los tiene. Los que deberían organizar el juego, al pasar la media cancha se convierten en tiradores. Es cierto que salvo Rivero a veces, despues no hay con quien jugar «pyr» o picks directos.
El basquet también está lleno de atenuantes. La jugada donde Cosolito fué lastimado-Enzo Filippetti fue descalificado por un codazo- la ausencia de Grun, la realidad de Andrade (pidió rescindir y su futuro estaría en Uruguay), la improvisación en defensa; y varios ítems que aplacarían el análisis final.
La Liga es larga. Resta mucho aún. Pablo Favarel supo desde antes de llegar a Comodoro Rivadavia cuando iba viendo el armado del equipo, las falencias que tendría. Trabaja para corregir y sabe hacer su tarea.
El partido que se jugó bajo la mirada en la platea de Fernando Duró y Rubén Magnano tuvo estos números:
Independiente 81: Francisco Conrradi 25, Fortunato Rolfi 5, Agustín Pautasso 7, Rolando Vallejos 7 y Enzo Filippetti 10 (d). (FI). Agustín Cáffaro 8, Jorge Díaz 0, Nicolás Marcucci 8, Valentín Duvanced 2, Felipe Barrionuevo 9, Carlos Hurtado 0.
DT: Martín González.
Gimnasia 78: Emiliano Toretta 9, Martiniano Dato 15, Mauro Cosolito 6, Angelo Cisneros 4 y Carlos Rivero 4 (FI). Sebastián Carrasco 16, Víctor Andrade 7, Marcos Chacón 12, Juan Cárdenas 5.
DT: Pablo Favarel.









