Por lo ocurrido hace exactamente 20 años, se define al 28 de agosto del 2004 como “el día más importante del deporte argentino”. Naturalmente, esa sentencia tiene competencia dependiendo de quienes presenten otras. Alguien dirá el 25 de junio de 1978, con Argentina campeón del mundo en fútbol por primera vez; o un día antes, el 24, por el cumpleaños de Messi y Riquelme; por qué no el venidero 1° de septiembre, cuando Franco Colapinto rompa el paréntesis de 23 años sin un argentino en la Fórmula 1…
Sin embargo, hechos son hechos. Aquel día de 14 horas y media al palo -sobre todo para quienes cubrimos el evento-, Argentina cortaba con una sequía de 52 años sin oros olímpicos con un doble triunfo inolvidable, sobre todo porque marcó a la luego conocida “Generación Dorada”.
Hace exactamente 20 años, contra todos los pronósticos, un grupo de personas logró uno de los hitos más destacados en la historia del deporte argentino. El 28 agosto de 2004, la Selección Argentina de básquet rompió la matrix al consagrarse campeona en los Juegos Olímpicos de Atenas. “Lo que logramos fue algo totalmente extraordinario y fue de unas características que van a ser inigualables por mucho tiempo”, recuerda Andrés Nocioni, corazón de aquel equipo y gran valuarte de la Generación Dorada, a dos décadas de aquella gesta inolvidable. ¿Cómo se dimensiona lo imposible?:
Argentina (84): J.I. Sánchez (3), E. Ginóbili (16), A. Nocioni (7), L. Scola (25), R. Wolkowyski (13), fi; A. Montecchia (17), G. Fernández (1), H. Sconochini (2) y C. Delfino. DT: Rubén Magnano.
Italia (69): M. Bulieri (5), G. Basile (9), G. Galanda (7), M. Soragna (12), D. Marconato (6), fi; N. Radulovic, G. Pozzecco (12), A. Righetti (3), R. Rombaldoni (10), R. Chiacig (3) y L. Garri (2). DT: C. Recalcati.
Cuartos: Argentina, 23-16; 43-41 y 60-54.
Árbitros: Lázaro Voreadis (Grecia) y Renato Santos (Brasil).
Estadio: Olympic Indoor Hall.